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Las mejores series para leer / VV.AA.

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“Las mejores series para leer”, de Errata Naturae. Breaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitados y The Wire, 10 dosis de la mejor serie de televisión

Con la muy reciente publicación de Breaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitados (coordinado por Sergio Cobo y Víctor Hernández-Santaolalla, 2013, 360 págs.), la editorial independiente Errata Naturae continua con la serie de obras de autoría colectiva que pretenden dar a los espectadores una nueva lectura a algunas de las producciones televisivas seriadas más relevantes de los últimos tiempos, labor que comenzó hace cuatro años con Los Soprano forever, antimanual de una serie de culto (vv.aa., 2009, 168 págs.). Este nuevo texto, sin embargo, revela una recopilación de contenido realizada con una reflexión organizativa previa significativamente más discurrida de lo que aparentan los volúmenes anteriores. Para señalar dichas mejoras introducidas en este nuevo tomo, así como no perder la visión de conjunto que la propia colección busca tener (como demuestra su pulido diseño de cubiertas), procederemos a reseñar comparativamente The Wire, 10 dosis de la mejor serie de televisión (vv.aa., 2010, 240 págs.).

Aunque comienza a parecer un tópico, es indiscutible que desde finales de los años noventa ha habido un significativo incremento en la cantidad y calidad de las series de televisión, en lo que en ocasiones se ha venido a llamar la “tercera era dorada” del medio. Desde la aparición de Los Soprano (The Sopranos, David Chase, 1999-2007) en HBO, un sinfín de producciones seriadas han ido llenando las parrillas televisivas norteamericanas, atrayendo a un público cada vez más amplio e implicado. The Wire (David Simon, 2002-2008), Perdidos (Lost, J.J. Abrams, Jeffrey Lieber y Damon Lindeloff, 2006-2010), Mad Men (Matthew Weiner, 2007-), Breaking Bad (Vince Gilligan, 2008-2013) o Juego de Tronos (Game of Thrones, David Benioff y D.B. Weiss, 2011-) son sólo algunos de los muchos títulos que forman parte de este boom del formato, que genera inabarcables ríos de tinta por parte de los críticos y fans, pero que también ha llamado la atención del mundo académico.

Parecería que del intento de aunar estos dos campos surge esta colección de publicaciones de Errata Naturae, en los que un múltiple número de autores de diferentes ámbitos, procedencia y formación, escriben sobre estas producciones televisivas desde un amplio abanico de puntos de vista con la intención de aportar a los fieles espectadores algo más sobre esas series que les mantienen, episodio tras episodio, enganchados a la pantalla. Cabría incluso suponer que el más reciente de ellos, Breaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitados, se haya publicado para coincidir, en septiembre de 2013, con la emisión de los episodios finales de esta producción que narra la inmersión en el mundo del narcotráfico de Walter White, un profesor de química de instituto al que se le diagnostica un cáncer de pulmón.

En este caso el volumen cuenta con un total de dieciocho capítulos, escritos todos ellos (exceptuando un muy breve texto del escritor Enrique Vila-Matas) por autores directamente relacionados con el mundo universitario. Esto por supuesto no certifica por sí solo la calidad o valor del contenido que, una vez más por tratarse de una recopilación de textos de variada procedencia y punto de vista, fluctúa a lo largo de todo el libro (en relación también con los posibles intereses ajenos a Breaking Bad de los propios lectores). Lo que sí puede asegurarse con firmeza es que cada uno de ellos consigue enriquecer la experiencia del espectador ante la pantalla aportando una nueva visión a lo ya conocido, por ejemplo añadiendo información sobre su producción que se ignoraba previamente, haciendo reflexionar sobre la evolución de la moralidad de Walter White o incluso obligando a fijarse con detalle en el especial uso del color o la fotografía que existe en la serie.

Resulta por tanto obvio que el público potencial del volumen es aquel que realmente desee ampliar su implicación en Breaking Bad más allá de lo superficial de los comentarios y observaciones sobre la serie que pueden encontrarse en ingentes cantidades a través de la red. Y es que la investigación y análisis previos a la redacción que claramente existe en la totalidad de los artículos que componen este volumen es precisamente su mejor baza, lo que lo aleja del múltiple ruido que acompaña a muchas de las producciones audiovisuales que adquieren un cierto éxito y relevancia a nivel popular. En ningún momento se pretende minusvalorar la oportunidad que internet ofrece a la audiencia de discutir, examinar e incluso participar de un modo más activo en su vínculo con los diferentes productos culturales. Al mismo tiempo resulta innegable que esto rara vez aporta una verdadera reflexión sobre la serie comentada, más allá del nivel empático que puede generar la relación con otros usuarios, conocer variadas opiniones, transmitir datos anecdóticos o incluso, como el notable caso de Perdidos, compartir intrincadas teorías conspiratorias.

Es en este punto preciso donde Breaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitados destaca positivamente sobre otros volúmenes de la colección. Con un esquema muy diferente al de este libro de reciente publicación, The Wire, 10 dosis de la mejor serie de televisión se compone de de diez textos que incluyen desde la traducción de un reportaje periodístico de un rodaje de la serie hasta un relato de ficción, pasando por un texto en primera persona sobre la relación de un espectador con la serie y una reflexión sobre el poder de las instituciones con Foucault como punto de partida, entre otros. Por supuesto, The Wire, que trata de dar una imagen lo más completa posible de la situación de los barrios marginales de la ciudad de Baltimore a partir del narcotráfico (aunque en el fondo trate de la difícil relación entre el individuo, las instituciones y la sociedad donde se integran), es lo suficientemente compleja como para aceptar ser analizada o utilizada como ejemplo desde muy variados puntos de vista. Otras obras de carácter colectivo, como The Wire, urban decay and american televisión (editada por Tiffany Porter y C.W. Marshall, Blomsbury Academic, 2009), se conforman igualmente como amplias recopilaciones de variados ensayos, en este caso tratando esta serie de televisión desde las teorías contemporáneas de urbanismo, los elementos del melodrama presentes en ella o incluso la imagen ofrecida del concepto de crimen. Sin embargo, el problema en el libro de Errata Naturae es la superficialidad de muchos de los contenidos, la falta de un análisis mínimamente exhaustivo de los elementos que componen el producto audiovisual, en favor de textos con un cierto tono banal o que remiten a la serie de modo tangencial. De hecho, no podemos deducir de esto que en este caso la obra se dirija a un público que no busca una verdadera profundización en The Wire como discurso audiovisual, ya que sí hay algún capítulo de mayor tono académico, como las consideraciones en torno a cómo afectan a la imagen de la ciudad la velocidad interna y estructura casi literaria de la narrativa de la serie e incluso una reflexión sobre el concepto de literatura en la antigua Grecia y la persistencia de sus modelos narrativos (claro que este segundo caso tampoco se adentra en exceso en el contenido de la serie en sí).

De nuevo sin entrar a valorar la calidad literaria concreta de cada uno de los fragmentos que componen The Wire, 10 dosis de la mejor serie de televisión, el volumen en su conjunto deja al lector con una sensación ambigua, casi como si la obra se presentara con la intención de agradar a todos los espectadores de The Wire, sea cual sea su formación, bagaje previo o razones para acercarse a este libro. El resultado es que, de esta manera, no se contenta a nadie. En este sentido, resulta significativo que los textos que presentan la mejor perspectiva global en torno a qué nos dice realmente The Wire y por qué sean aquellos en los que interviene el creador de la serie, David Simon. El libro comienza con un ensayo introductorio redactado por él mismo y una entrevista realizada por el escritor británico Nick Hornby suponen una presentación clara de la producción tanto a nivel de realización televisiva como en lo que al tema narrado se refiere, además de señalar su intención de desvelar los entresijos del funcionamiento del sistema capitalista en la sociedad contemporánea (y otras muy acertadas reflexiones en torno a la televisión como medio para espectadores pasivos y algunos modelos y referencias seguidos por la serie). Que el resto de textos no pretendan llegar a este punto de profundización en la complejidad de The Wire hace que, una vez superados estos dos primeros capítulos el resto del volumen resulte, en cierto modo, trivia-l. Sabiendo el potencial de la serie como corpus de estudio, es imposible no lamentarse de la falta de un análisis más profundo.

Si bien es cierto que es complicado dar una verdadera unidad a cualquier una obra de autoría colectiva, en Breaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitados existe una cuidada organización de los diferentes capítulos, organizados en cuatro bloques temáticos según traten las complejas cuestiones éticas en torno al protagonista de esta serie, contengan un enfoque que relacione lo audiovisual con otras disciplinas como las estrategias publicitarias o la literatura, giren en torno a la configuración de las líneas narrativas y personales o se centre específicamente en los aspectos técnicos o visuales. El resultado, si bien no de una armonía perfecta, sí consigue otorgar homogeneidad a un conjunto muy heterogéneo de textos, tratando incluso, como afirman en la introducción los propios coordinadores, de dar una estructura circular al conjunto comenzando y finalizando el libro con artículos que tratan la contextualización de Breaking Bad en relación con otras series de televisión y la propia cadena que la produce. En The Wire, 10 dosis de la mejor serie de televisión, cada uno de los textos, en su contexto adecuado, es tremendamente válido, pero desde luego no funcionan como conjunto: tienen un público potencial y una intención demasiado diferente para resultar en una obra equilibrada, quedando así como una mezcla algo inconexa de materiales pensados para otro lugar (como, de hecho, es el caso del amplio reportaje periodístico, publicado originalmente en The New Yorker en 2007). Curiosamente, la propia The Wirese construye a partir de una sucesión de breves secuencias que pueden llegar a parecer inconexas al no coincidir en tiempo y lugar o incluso mostrar lo que parecen acciones irrelevantes para un posible avance de la trama, funcionando sólo cuando se considera el total de la producción, aquí sí, de una calculada coherencia. De nuevo valorando la edición y coordinación detrás de Breaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitados, donde se ve claramente un trabajo anterior de planificación de la obra como conjunto, en el volumen que Errata Naturae dedicó a The Wire se echa en falta esta misma reflexión, dando como resultado un cúmulo de artículos demasiado desigual para poder acoplarse adecuadamente entre sí.

En todo caso, ha de valorarse la intención de aunar diferentes puntos de vista, en lugar de centrarse solamente en complejos análisis académicos que podrían resultar farragosos o de difícil comprensión a muchos lectores. Como producciones culturales muy populares en una sociedad concreta en un momento específico, estas series de televisión han de verse como uno de los lugares donde la enorme variedad y complejidad de los valores y características de dicha sociedad se reflejan más claramente. De ahí que, en conjunto, la labor de Errata Naturae con esta colección de volúmenes centrados en producciones televisivas seriadas en una época de auge del formato sea tremendamente positiva, tanto a la hora de estrechar los lazos entre el campo académico y la cultura de masas como ayudando a mostrar a los espectadores que esos episodios con tanto interés consumen son mucho más que simples relatos audiovisuales.

Elisa Hernández Pérez, UVEG