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Composiciones de lugar / Asier Aranzubia, Carmen Arocena, Pilar Carrera e Imanol Zumalde (eds.)

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21.
Composiciones de lugar: ensayos in honorem Santos Zunzunegui en su 65 aniversario, Asier Aranzubia; Carmen Arocena; Pilar Carrera e Imanol Zumalde, eds., Madrid, Biblioteca Nueva, 2012, 334 pp.

Recuerdo con pavor el primer año que dediqué a mis estudios universitarios. Aquellos meses discurrieron en un inabarcable océano de teoría lingüística, teoría literaria, teoría filológica, teoría teórica… que mis escasas entendederas no lograban conectar con lo que se suponía (yo había supuesto) que era Comunicación Audiovisual. Ingenuo de mí. Error de novato. Llegó segundo y la cosa cambió: teoría semántica, teoría sociolingüística, teoría de la retórica, teoría de la pragmática… aunque todo seguía sin tener sentido. Pero de repente algo cambió de verdad: modos de representación del cine clásico español, conceptos de teoría fílmica, cine y vanguardias, narrativas audiovisuales, semiótica… y mis compañeros y yo vimos como, sistemáticamente, el nombre de Santos Zunzunegui aparecía en las bibliografías de todas aquellas asignaturas.

La experiencia personal traída a esta reseña de Composiciones de lugar: ensayos in honorem Santos Zunzunegui en su 65 aniversario no es gratuita. Se trata, simplemente, de un ejercicio de perspectiva. Se trata de certificar que para muchas generaciones de los que en algún momento nos hemos iniciado (y continuamos estando) en el terreno de la comunicación, la experiencia queda inextricablemente vinculada al nombre de Santos Zunzunegui. Y no es casualidad que tantos le deban tanto a uno solo. En la deprimida España de la post-transición, cuando muchos trataban, en un sentido amplio, de recuperar una normalidad que les había sido negada durante tantos años, encontramos pocas voces singulares. Es decir, voces que aportaran una bocanada de verdadero aire fresco al panorama cultural e intelectual del país.

Nos encontramos a medio camino de la segunda década del siglo XXI, supuestamente alejados de aquel contexto aún convulso. Desde aquí podríamos tener una impresión equivocada, cuando lo cierto es que no ha llovido tanto desde entonces y aún ahora seguimos a la espera de poder ser normales. Por este y otros muchos motivos, el pionero trabajo docente, investigador y divulgador de Zunzunegui sigue siendo una referencia fundamental en el terreno del análisis fílmico y audiovisual. Tras una dilatada vida dedicada a desentrañar el sentido de las notaciones y connotaciones de lo audiovisual, advertimos que la proyección aún no ha terminado. Y es por ello que este libro es varias cosas a la vez. La principal, incluso, puede que no sea la de su carácter de homenaje, ya que la aproximación a la persona y a la obra no se hace solo desde el pasado. Se abre también hacia el futuro y bosqueja nuevos caminos y aquí es donde creemos que radica su auténtico valor.

Escriben jóvenes autores y realizadores y viejos camaradas del homenajeado, partícipes y partisanos todos de una particular guerra de guerrillas. El tono es siempre positivo. Claro; son un grupo de “amigos, colegas y discípulos”, como reza el texto de la contraportada, rindiendo tributo al maestro desde diferentes ángulos y planos. Una mirada caleidoscópica a partir de la cual se elabora un, digámoslo así, “fotograma” de mucha profundidad: el lector podrá percibir enseguida que el vínculo aglutinador del mismo, además de Santos Zunzunegui, es el cine y todo lo que alrededor de éste puede articularse: el análisis, la reflexión, la realización, etc. Se trata de una imagen sólida, compacta, en la que convergen los trazos, no solo de quienes se dedican a “pensar” el cine, sino de aquellos que lo “elaboran”. En otras palabras, constituyen un poderoso conjunto que representa bien la actualidad del estado de la cuestión cinematográfica en España y que, por uno u otro motivo, llevan la impronta del profesor bilbaíno.

Desde lo estrictamente biográfico, presentes en el texto redescubrimos hechos sabidos del autor de los célebres (y muy citados) La Mirada Cercana y Pensar la Imagen. Como por ejemplo, su pasión por el cine del realizador estadounidense John Ford (pp. 163/164) o su papel como impulsor y docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad del País Vasco UPV/EHU (p. 49; p. 220). Esto, sin duda, nos permite reencontrarnos con alguna de las dimensiones más conocidas. Pero el texto desvela a su vez pequeños secretos ocultos a los ojos del gran público. Trazos de una dilatada trayectoria que enriquecen, sin duda, la perspectiva del personaje. En este nivel, quien suscribe, incluiría la vertiente melómana de Santos Zunzunegui, su beligerante obsesión por la metodología a la hora de abordar un objeto de estudio, o su incansable labor como editor de revistas especializadas en cine. Y también detalles más sorprendentes, como su renuncia a un puesto de ejecutivo en el BBVA (p. 23) antes de dedicarse a cultivar sus inquietudes intelectuales en el ámbito de la universidad; o esa fotografía en la que lo vemos ataviado con unas gafas de sol y una bolsa para hacer la compra, que para nada parece estar hecha en la década de 1970.

El lector perspicaz, no obstante, ya sabía que algunas de estas cosas se intuían en sus escritos, puesto que subyacen en ellos como toda experiencia vital de la que es imposible sustraerse. Jenaro Talens, autor del prólogo y amigo personal del homenajeado, destaca su prodigiosa memoria, que “le permite establecer conexiones entre filmes, cuadros, fotografías, poemas o partituras” (p. 17). Contener una historia veraz de 65 años de cualquier persona en un pedazo de papel es un objetivo complicado (bien se haga en primera, en segunda o en tercera persona). Contener la de alguien con los antecedentes que hemos descrito sucintamente, mucho más. En este sentido, tal y como decíamos, el texto reconstruye en realidad varios caminos en torno a Santos Zunzunegui, trazándolos abiertos hacia el futuro. Esto nos permite aproximarnos a la persona, al docente, al divulgador, al colega y al ensayista.

Podemos afirmar que Composiciones de lugar está articulado alrededor de estas cuestiones fundamentales. El prólogo, del ya citado Jenaro Talens y el epílogo, escrito por José Mingolarra, se encargan de ofrecernos un perfil más cercano y personal (aunque en mayor o menor medida, todos los capítulos también lo hagan). La introducción a cargo de los editores del volumen, Asier Aranzubia, Carmen Arocena, Pilar Carrera e Imanol Zumalde, nos aproxima a la obra ensayística de Santos Zunzunegui, al desgranarle al lector algunas de sus claves. Un acercamiento conceptual a sus ensayos que, después (pp. 301/326), tenemos la posibilidad de completar con el acceso a una exhaustiva bibliografía de sus publicaciones preparada  por Carmen Arocena. En una segunda lectura advertimos que todos son investigadores y profesores universitarios que comparten, de uno u otro modo, el referente de la UPV/EHU (aunque no necesariamente desarrollen allí su carrera docente). Entendemos que es un ejemplo claro de aquello de lo que podríamos llamar “escuela”, en una de sus acepciones clásicas, en tanto que “conjunto de discípulos, seguidores o imitadores de una persona o de su doctrina, o de su arte”.

Los colegas de Santos Zunzunegui, en el sentido académico (alemán, diría) del término, tienen también una presencia destacada en el volumen. Es la presencia, en definitiva, de la dimensión generacional, la de quienes desbrozaron (o se sumaron muy pronto a esta tarea) el terreno del análisis fílmico y audiovisual en España junto con el homenajeado. De este modo, forman parte de esta perspectiva los capítulos firmados por Manuel Palacio, Juan Miguel Company, Vicente Ponce, Jesús G. Requena, Jorge Lozano, Carlos F. Heredero, Antonio Santamarina, David Oubiña, Víctor Stoichita y José Luis Téllez; concentrados en su totalidad en la primera, segunda y tercera partes del libro. A este respecto, José Luis Castro de Paz y Peter Evans, que firman sus trabajos en el segundo bloque, representarían una suerte de puente con las generaciones más jóvenes de autores, académicos y profesores: Manuel de la Fuente, Albert Serra, Gabriel Sevilla y Nekane Zubiaur.

A nuestro entender, el cuarto bloque merece un punto aparte, puesto que es donde encontramos las firmas de los realizadores Víctor Erice, Enrique Urbizu y Paulino Viota. Es fácil reconocer a simple vista los nombres de algunos de los directores más sobresalientes del panorama cinematográfico español. Y es fácil establecer el nexo de unión (nos lo desvelan ellos) con Zunzunegui: son alumnos y aprendices de esa “escuela” a la que nos referíamos en líneas anteriores. Son quienes de algún modo han incorporado en la dimensión del “cine real” una parte de sus enseñanzas.

Para terminar, necesito retomar de nuevo la experiencia personal. Al final de la licenciatura, incluso los más obtusos llegamos a entender la necesidad de que toda aquella “teoría teórica” estuviera presente en el plan de estudios de Comunicación Audiovisual. Las bibliografías de las asignaturas, inevitablemente, siempre se quedan cortas; pero esto es algo que cuesta siempre de entender. Puede decirse que llegamos a desear más. Al final, “mirar” un fotograma, o una imagen cualquiera, implica(ba) el dominio de muchos pequeños resortes de saber dispersos aquí y allá. Elementos que había que seleccionar, recoger e interpretar. Y, definitivamente, como si se tratara de una caja de herramientas con la que poder comprenderlos, los textos y ensayos de Santos Zunzunegui nos ayudaron en esta apasionante labor.

Germán Llorca Abad (UVEG)